viernes, 12 de diciembre de 2008

Espiral concéntrico


ESPIRAL CONCÉNTRICO de Josefina Fidalgo ( Ediciones Literarte, Munro, 2008, 100 páginas)


Palabras del poeta Santiago Espel al presentar el primer poemario de la autora.


¿Adónde va este espiral concéntrico?
¿Cuál es su dibujo?
El dibujo es la metáfora, y el destino es un “jardín de senderos que se bifurcan” interminablemente. Los poemas del libro de Josefina Fidalgo, a través de la voz narradora, eligen distintos caminos. Uno de los más reiterados, y acaso fundacionales, es el del regreso a la Aldea, que es origen y cimiento a la vez. Desde ese desarraigo, desde esa nostalgia, se encadenan las metáforas de ese espiral que regresa al pasado pero que también avanza hacia un futuro lleno de anhelos.
La metáfora y el símbolo son las herramientas que elige la autora para darle voz a un libro que desde el vamos, sienta sus reales en el poder de la imagen y en una primera persona que rechaza toda impostación. “Espiral Concéntrico”, aparece como un libro sincero, descarnado. No hay lugar para el lirismo edulcorado. Los poemas son como las piedras de esa Aldea Ibérica lejana y desdibujada.
Otro camino posible de lectura es el erotismo. El símbolo y la metáfora son los elegidos para hablar de las pulseadas entre Eros y Tánatos. Y allí donde se insinúa un camino, o mejor dicho, un destino, una nueva torsión de la palabra nos desvía hacia un nuevo centro. En este sentido el libro de Josefina Fidalgo se muestra como un caleidoscopio lleno de luces y sombras que se van transformando según la rotación de la lectura. Sin embargo el eje se mantiene incólume por encima de los matices.
Hay poemas que tocan el diapasón de lo sensible; hay otros que confrontan con la realidad, con sus aspectos más degradados y degradantes. Otros poemas indagan en el profundo pozo que todo poeta agota en su búsqueda: el de las preguntas que no tienen respuesta.
¿Adónde va entonces este espiral concéntrico?
¿Cuál es su dibujo? ¿Llegará a puerto?
Todo libro busca su lector, se completa mediante esa lectura. Así también busca el libro de Josefina, corriendo velos, encendiendo lumbres, alzando la voz a veces, susurrando otras. Seguramente, “Espiral Concéntrico” dará vueltas en las manos del lector, girarán en su memoria, para dejar una huella íntima de fuego y agua, de aire y tierra. Seguramente, quien se aventure en su recorrido saldrá transformado por el milagro de la poesía.

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NOSTALGIA

Qué pequeña mi aldea
entre montañas y ríos.
Agreste vago y solitario encanto
de una arboleda fresca y frondos.
Altos nogales y tilos
grandes castaños y moreras.
Qué sola quedó mi aldea
con sus casuchas vacías.
La escuela con sus silencios
la iglesia sin sus campanas.
Qué soledad en el pueblo
los senderos se han borrado
ya nadie pasa por ellos.
Algún gorrión pasajero
se baña en el río de enero
mientras las fuentes murmuran
tantos amores viejos.

El agua sigue corriendo
sin detenerse en el tiempo
y salpica alguna lágrima
de un emigrante viajero.

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NOCHE CERRADA

Bebe un café negro y pesado como un coágulo
en el bar de la esquina.

Las notas lentas del piano suenan como bostezos en el vacío.
Un pasillo y diez peldaños estrechos
la separan de un vitral de insomnios.
Hermana de silencios y de luna
bajo un farol callejero
noche a noche llega se aleja y vuelve.
En la espesura de sus horas desiertas
conversa con fantasmas
custodiada por ángeles y ortigas verdes.

Una vozs de cascada oculta y su osamenta
abre la puerta al tatuaje de su historia.

Filtra un dardo de luz
donse se agitan
las partículas del aire viciado.

Como si viviese dando tumbos
el lado oscuro de la luna
se retrae como un felino
ante el roce de cualquier sombra extraña.


Vuelve otra vez siempre vuelve.

Resuena en el empedrado nocturno
el taconeo de sus zapatos gastados.

Una noche más un vacío menos.

¿A qué altura empieza el cielo
con el cristal azul de la canción?


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