jueves, 10 de abril de 2014

Poemas de Ana Romano

Ana Romano *



TRANSMUTACIÓN

El cuerpo ajado
que acaricias
por los bordes
de la rutina
Encallas
Centro
terso
imponente
Y absorbes
útero.


SECUENCIA

Desnudos
ante el viento
los cuerpos
Desnudos
flamean
en el fuego
Desnudos
junto al río
encandilado
Desnudos
frente al espejo
estallan
Desnudos
se detienen
al llegar
a la cima.


ZOZOBRA

Trepa
astuta
la imagen
(y es como
espía)

Estacionada
en la hendidura
deposita

La madre
aulla
en un rincón.


RANURA
  
Mañana
de presagio
El viento
es negro
Arrumbado
asoma
El disparador
en este
día nublado
empuja.


PRESAGIO

Apiñada
entre tablas
se acopla
La mirada
mansa
Es
llena de vida
que sucumbe
El hombre aguijonea
Con premura
los colores
Estéril es la entrega
Masacran

Y el suplicio.



* Ana Romano (Córdoba, 1944) Profesora de Francés. Obtuvo premios y  menciones en certámenes literarios e integró varias antologías. Participó en talleres de poesía coordinados por Fernando Molle, Walter Cassara, Hernán A. Isnardi y en la actualidad con Rolando Revagliatti. Ha publicado un libro de poemas: De los insolentes fantasmas (Vela al Viento, Argentina, 2010)

  
Poemas de Ana Romano enviados por Alejandra Benenati 

martes, 8 de abril de 2014

Desde Santiago de Cuba

UN SÁBADO CON NOGUERAS
El sábado 5 de abril de 2014 Luis Rogelio Nogueras (1945- 1985)  volvió a Santiago de Cuba. La librería Aeneo Amado Ramón Sánchez, en la populosa calle Enramadas fue el escenario para la presentación de Entre el cuerpo y la luz. Poemas y canciones para wichy ( Ediciones La Memoria. Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, 2013).
El encuentro se inició con la intervención de Reinaldo Cuesta que fuera Director de la Editorial Oriente y que atendiera a Nogueras en los años setenta cuando el poeta  viajó a esta ciudad de Santiago de Cuba a instancias del Instituto Cubano del Libro.
Fue también la oprtunidad de escuchar La trovada inasible, de Silvio Rodríguez y el poema Poesía trunca, en la propia voz de Wichy.
Los compiladores de este libro , León Estrada y Reynaldo García Blanco agradecieron al poeta Victor Casaus y al Centro Pablo la aparición de este título , justamente en aniversario 70 del natalicio del autor de Cabeza de Zanahoria.
El narrador y periodista Eric Caraballoso hizo una presentación al más fino estilo nogueriano donde humor e ironía nos llevaron de la mano por la obra y vida de un hombre que vivió en estado de gracia y poesía.

Presentación de Entre el cuerpo y la luz. Poemas y canciones para wichy de Luis Rogelio Nogueras (1945- 1985) 
recopilado por León Estrada y Reynaldo García Blanco.  El evento fue coordinado por el argentino Ángel Kandel  


Informe sobre el hallazgo de cierto libro de poemas y la posible existencia de un escritor del siglo veinte, presumiblemente llamado Luis Rogelio Nogueras

Tras ser encontrado cierto libro –con la caricatura de un hombre en la cubierta sobre un fondo azul y nubes, evidentemente el cielo tal como se conocía en aquellos lejanos años– en las exploraciones arqueológicas realizadas en un sitio que resultó ser una antigua biblioteca o tal vez una librería de Santiago de Cuba de inicios del tercer milenio de la anterior Era –a juzgar por la fecha de publicación del libro: año 2013–, se procedió a investigar sobre dicho volumen y la figura en torno a la cual gira su contenido. A continuación, relacionamos los resultados de nuestra pesquisa:
1-     Un primer examen del libro en sí nos permitió comprobar que este se titula Entre el cuerpo y la luz, y fue publicado por Ediciones La Memoria, del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. Se pudo conocer, además, que dicho centro se hallaba enclavado en La Habana, a más de 900 kilómetros de Santiago de Cuba, por lo que el libro debió ser trasladado posteriormente a la urbe santiaguera, donde, por demás, fechan su Introducción –en agosto de 2013, para ser más exactos– los dos compiladores del volumen, llamados León Estrada y Reynaldo García Blanco. Sobre este particular se sugiere una investigación independiente.
2-     El libro en cuestión lleva por subtítulo Poemas y canciones para Wichy, lo que nos lleva a suponer –teniendo además en cuenta la Introducción de los susodichos Estrada y García Blanco, así como otras palabras previas suscritas por alguien llamado Víctor Casaus y que al parecer era el director del ya referido Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau– que se trata en efecto de una compilación de poemas y canciones para alguien llamado Luis Rogelio Nogueras, conocido también como Wichy –de ahí el subtítulo-, y como el Rojo, sobrenombre que, de acuerdo a una indagación posterior, fue resultado del color de su pelo.
3-     El libro incluye unos ochenta textos poéticos de autores varios, divididos en dos secciones tituladas El convite de los amigos y Amar al cisne salvaje, y sobre las cuales sugerimos consultar, previa autorización de los especialistas competentes, la susodicha Introducción de los susodichos Estrada y García Blanco. De igual forma, aparecen en el volumen breves fichas de los autores compilados y un conjunto de instantáneas agrupadas bajo el título de Homenaje fotográfico a Wichy, y donde al parecer se recogen fotos del mismo desde su infancia en las que se le puede ver, por ejemplo, en compañía de sus padres, vestido de militar, con gafas, con y sin sombrero, junto a otros poetas como Fayad Jamis, o a un muy delgado trovador nombrado Silvio Rodríguez, o junto al ya mencionado Víctor Casaus.
4-     De la revisión de la contracubierta, parte azul y parte blanca con letras en negro encima, y milagrosamente bien conservada a pesar del abrumador paso del tiempo, pudimos conocer que el susodicho Luis Rogelio Nogueras, a quien se dedica el libro, fue un poeta, narrador y guionista de cine, nacido en 1944 –la nota en realidad dice 1945, aunque al parecer se trata de una errata o tal vez de una premeditada y, por ende, sospechosa confusión– y fallecido en 1985, y autor de obras como Cabeza de zanahoria (Premio David de Poesía, 1967), Y si muero mañana (Premio de novela, Concurso UNEAC, 1977), Imitación de la vida (Premio de Poesía de Casa de las Américas, 1981) y La forma de las cosas que vendrán, publicado al parecer póstumamente en 1987. En la pequeña nota se afirma, como también se sugiere en la susodicha Introducción de los susodichos Estrada y García Blanco y como parecen confirmarlo los premios antes citados –y sobre los que también recomendamos una indagación independiente–, que Nogueras fue uno de los escritores más destacados de su generación. Por esta razón, y teniendo en cuenta la naturaleza literaria del hallazgo en cuestión, consideramos pertinente realizar una investigación más exhaustiva sobre el susodicho Nogueras, Wichy o El Rojo.
5-     Tras consultar, previa autorización de los especialistas competentes, las escasas fuentes de información existentes al respecto, entre ellas un antiguo diccionario literario en antiguo formato digital, almacenado en un obsoleto servidor del siglo veintiuno, y una carpeta de reseñas biográficas existente en los fondos del Ministerio de Cultura, departamento de Historia y Tradiciones, se pudieron reunir algunos nuevos datos sobre el susodicho Luis Rogelio Nogueras. De acuerdo a lo allí expresado, se trató de un escritor versátil, cuya obra alcanzó especial relevancia dentro de la llamada poesía conversacional de la segunda mitad del siglo veinte cubano. No obstante a ello, algunos autores, en especial Guillermo Rodríguez Rivera –poeta también compilado en Entre el cuerpo y la luz por los susodichos Estrada y García Blanco– apuntan que la lírica de Wichy superó los presupuestos de esta vertiente poética para incorporar algunos signos del posmodernismo literario, y experimentar con el lenguaje, la metaliteratura, los géneros y la ironía.
6-     Siguiendo sus apuntes biográficos, se pudo conocer que el susodicho Nogueras era sobrino nieto del reconocido escritor hispano-cubano Alfonso Hernández Catá, fallecido en un accidente aéreo cuatro años antes del nacimiento de Wichy y en cuyo honor se instituyó un prestigioso premio nacional de cuentos, ganado en una ocasión por la madre del propio Wichy, llamada Gloria Nogueras Hernández Catá. Por esta razón, algunos biógrafos y periodistas –a los que nuestra especialista en literatura antigua califica de cursis y nuestro biólogo de ingenuamente errados–, han referido que el susodicho Nogueras llevaba la literatura en la sangre.      
7-     Los datos obtenidos también develaron que en los años sesenta del siglo veinte, época en la que comenzó a escribir literatura, Wichy estudió en la Escuela de Letras de la Universidad de la Habana, y se vinculó a la promoción de jóvenes escritores de la revista El Caimán Barbudo, publicación de nombre incomprensible a la luz de la ciencia actual –se recomienda una concienzuda investigación independiente al respecto. Además, se pudo conocer que en 1971, justo en el año del nacimiento de su única hija, llamada Ámbar, el susodicho Nogueras pasó a trabajar al Taller 04 Urselia Díaz Baez, de la Imprenta Nacional de Cuba, sito en Zulueta y Corrales, en La Habana, donde se desempeñó un tiempo como auxiliar de linotipista. Se sospecha que ello se debió a alguna medida punitiva en su contra, o al menos en contra de su concepción de la literatura.
8-     Otros datos de Wichy, seleccionados aleatoriamente de su reseña biográfica encontrada en los fondos del Ministerio de Cultura, departamento de Historia y Tradiciones, señalan que escribió un estudio, lamentablemente desaparecido, sobre la obra del gran poeta cubano Eliseo Diego; que colaboró con el cineasta Octavio Cortázar en los guiones de los en su momento exitosos filmes El brigadista y Guardafronteras; que visitó países como la Unión Soviética, Hungría, Finlandia, España, Polonia, Viet Nam, Dinamarca, y los Estados Unidos; que en Suecia impartió una conferencia sobre la novela policial en Cuba, y fue entrevistado para el programa literario La ventana del libro, de la emisora Sveriges Radio, mientras en Nicaragua recorrió junto al ya referido Víctor Casaus más de mil quinientos kilómetros por unidades militares y puestos fronterizos del Departamento de Zelaya Norte, en los que realizó lecturas de poesía; que con el propio Casaus escribió el libro Silvio: que levante la mano la guitarra, sobre el ya mencionado trovador Silvio Rodríguez y cuyos derechos de autor donaron al salvadoreño Frente Farabundo Martí; que recibió el Premio Girasol que otorgaba la revista Opina –se desconoce la naturaleza del premio, aunque se presume que no era de poesía–, y que cinco años después de su temprana muerte, fue inaugurada una librería con su nombre en las calles habaneras Galiano y San José.
9-     A pesar de todo lo anterior, que parece confirmar la existencia del susodicho Luis Rogelio Nogueras en el ya lejano siglo veinte, algunos datos descubiertos casi al azar establecen un ruido, una entropía. Uno muy particular se refiere a su relación con el doctor W.S.T. Hillip Zen Eugen Jahra, escritor, médico, etnólogo y estadista por muchos años de un remoto y pequeño país –el más pequeño del mundo por aquel entonces, según se afirma en las referencias halladas– nombrado República Independiente de Simbeck. Al parecer, el doctor Zen, como es llamado el personaje, conoció a Nogueras en la mesa de un café durante una visita a Cuba a mediados de los años sesenta y ambos sostuvieron una empatía poética. Así lo refiere en 1987 Guillaume de la Rivière en unas palabras incluidas en un libro del propio doctor Zen. Estudios posteriores sugieren, sin embargo, el carácter apócrifo de ambos personajes: Zen y de la Rivière, lo que hace sospechar a su vez el carácter apócrifo del susodicho Nogueras.
10- Un dato más alarmante aún lo ofrece el propio Wichy, o el –ya a estas alturas– supuesto Wichy, al afirmar en uno de sus libros, compilación de poemas de otros escritores descubiertos por él y titulada El último caso del inspector, que “ya nadie pone en duda hoy que Luis Rogelio Nogueras, el ‘autor’ del célebre poema Eternoretornógrafo, no existe. Ambos (el poeta y el poema) se deben, según parece, a la imaginación y al sentido del humor del escritor cubano Wilfredo Catá.” Sin embargo, existen evidencias de una entrevista concedida a Catá por el –entonces no apócrifo– doctor Zen, lo que, si damos entonces por cierto lo sostenido por de la Rivière sobre el encuentro habanero de Zen y Nogueras, volvería a otorgar a este último su posible estatus de persona real. Esta evidente contradicción no ha podido ser respondida en nuestra pesquisa. Se sospecha, no obstante, que Wichy pudo ser quizás una creación no ya de Catá sino del propio doctor Zen, o de este en contubernio con Guillaume de la Rivière, o en realidad una construcción colectiva de todos los poetas incluidos en la compilación Entre el cuerpo y la luz –entre los que aparecen Miguel Barnet, Waldo Leyva, Lina de Feria, Jesús Cos Causse, Raúl Hernández Novas o el ya mencionado Víctor Casaus–, o tal vez solo de los susodichos León Estrada y Reynaldo García Blanco, inventores a su vez de todos los demás y falsificadores, por ende, de fotos y documentos.
11- Tras el análisis de lo anterior concluimos entonces que el susodicho Nogueras, real o apócrifo, parece haber dejado una huella lo suficientemente duradera como para merecer un tributo literario como el que se le rinde en este libro, encontrado en una antigua biblioteca o librería de Santiago de Cuba de inicios del tercer milenio de la anterior Era; y aún más, para despertar siempre nuevos debates sobre su obra y su existencia, como un Homero o un Shakespeare tropical, gracias a un ya no sabemos si fortuito o provocado hallazgo arqueológico siglos después de la escritura, real o apócrifa, de sus al parecer muy citados y leídos poemas.
12- Casi al final de nuestra pesquisa, un nuevo hallazgo parece confirmar esta impronta. Se trata de unos versos sueltos, que al parecer formaron parte de la presentación inicial de Entre el cuerpo y la luz, en aquella antigua librería o biblioteca de Santiago de Cuba, y están firmados por el  –no sabemos si real o apócrifo– periodista Eric Caraballoso Díaz. En ellos se lee, casi a manera de epitafio: “Rojo: Alguien que merece tantos poemas –estos poemas, en muchos de los cuales florece como en los tuyos la flor de la poesía–, repito, ese alguien, o sea tú, está salvado definitivamente del olvido, es decir, de la muerte.”
Inspector Walter Sabazius Bell Catá    

Santiago de Cuba, año 214 de la Nueva Era

Notas enviadas desde Santiago de Cuba, Cuba, por el prestigioso poeta Reynaldo García Blanco

martes, 1 de abril de 2014

Antologías de poetas argentinos- Fundación Sales

La Fundación Sales presentó en la Academia Argentina de Letras una antología de poesía tradicional. La precedió otra de poesía renovadora y pronto editará la de poesía de las provincias y la de poesía de argentinos en el exterior. Las cuatro antologías reunirán a 200 poetas. El presidente de la Academia, Pedro Luis Barcia, destacó el hecho, y el académico Antonio Requeni, antólogo del tomo presentado, se refirió a la poesía clásica.

Pedro Luis Barcia,
Presidente de la Academia Argentina de Letras

Panorama de la
poesía argentina contemporánea

Pedro Luis Barcia

  Celebremos. Conviene comenzar con este verbo el proyecto de la Fundación Sales que, a través de Ediciones Papiro, lanzó un programa de antologías con un panorama de la poesía argentina contemporánea, inteligentemente abierto.
  Se aprecian tres líneas: la primera, de Poesía renovadora, editada hace unos años con el avezado antólogo Osvaldo Svanascini. La segunda, Poesía tradicional, con Antonio Requeni de antólogo. La tercera –Poesía del Interior, con mayúscula– a cargo de Santiago Sylvester. Cada línea traerá dos tomos.
  Las obras van a eslabonarse inevitablemente: dos poetas de la antología de Svanascini los hubiera querido incorporar Requeni: Molinari y Orozco. En la de Requeni hay poetas del Interior, como Castilla, que anticipan la de Sylvester.
  Subrayo un par de aciertos. El primero, el espacio, reducido a un cuarto centenar de poetas por tomo. Fernández Moreno hubiera dicho “a uno de los cuatro pétalos del trébol de la suerte”. Otro acierto, el tamaño de los tomitos los hace “amigables”, por decirlo con el único adjetivo humanizado creado por el mundo electrónico. Su dimensión invita a llevarlos consigo. Una antología de 600 páginas, como alguna publicada recientemente, no es amical y le vence la mano a uno por su peso desbordado. Una tercera virtud: la tipografía nítida y legible invita a fluir, sumándose al fluir de los versos. “Fluyan como estas aguas nuestros versos”, decía Lugones.
  La colección es cordial, al dejar un blanco en cada poeta para que el lector coloque lo que hubiera escogido, además de la propuesta del antólogo. Así hizo César Fernández Moreno con la antología de su padre. De 100 poemas prometidos, contenía 99; en el sitio final ofrecía un espacio para copiar el que extrañaba el lector. No es mala idea.
  El título de cada tomo –25 poetas argentinos contemporáneos agavillará poetas contemporáneos; y está bien. Nunca se diga “poesía contemporánea”, expresión que me parece pleonástica –hay que utilizar estos términos para ser considerado académico–, digamos redundante, porque como dice Ezra Pound “clásico es un texto que tiene perenne lozanía”; así la poesía valiosa es contemporánea de todo lector.
  La Fundación Sales se sorprendió por la excelente acogida de la primera antología, por aquello de que “la gente no lee poesía”. La expresión es inversa: como los hombres no leen poesía, no son gente.
  Ante la ausencia del hábito de lectura lírica, cabe una responsabilidad a las universidades, a sus facultades de letras, en las que se ha convertido a la narrativa en la Literatura. Las carreras de letras no suelen introducir a los jóvenes profesores en la lírica –salvo en la española, cuando se da– casi nunca en la hispanoamericana y menos en la argentina. Ese profesor incompleto no va a dar clases de lírica ni formará maestros en el género, y esto es más grave.
  La primera antología de este panorama fue de Poesía renovadora en lo formal, la que cultiva el verso libre, de difícil factura, y el versículo –en realidad debió llamarse versoide– con sus dos movimientos cordiales de sístole y diástole, que decía Claudel. Poesía de la ruptura formal y la vanguardia transgresora que, vengamos a casa, incluye cofrades nuestros: Molinari, Juarroz, Godino.
  La segunda línea la asume esta antología requeniana (el hombre, mejor, su poesía, merece el adjetivo): Poesía tradicional (clásicos y neoclásicos). El adjetivo “tradicional” expresa, como dice Requeni, “fidelidad a las formas tradicionales del verso y el carácter de la poesía.” Felicito a quienes eligieron a Requeni, por su juicio ponderado alejado de lo banderizo.
  Cuando programó el libro, hizo sitio a un solo poeta vivo, Horacio Armani, entonces nuestro académico, como también lo fueron Banchs, Bernárdez, Borges, Calvetti, Estrella Gutiérrez, Fernández Moreno, González Lanuza, Mastronardi, Nalé Roxlo, Vocos Lescano. No está mal, 11 sobre 25 fueron gente de nuestra casa. La Academia supo elegir.
  Requeni nos regala un espacio sereno y plácido. Coincido con la elección de cada poema, no con la mía actual sino con la que hice entre mis 15 y 18 años, cuando leía estos poemas en mi provincia natal. Los aprendía de memoria.
  Si bien es elogiable la voluntad de Requeni de excluirse de la antología, la deja incompleta. Por eso, sin visa ni permiso editorial, elegí cuatro poemas suyos que podrían representarlo en esta antología. Actúo como antólogo del antólogo. Ellos son: La poesía, Un pájaro, Roma-Amor y El vaso de agua. Así se hace justicia, aunque mi oficio de antólogo no emparde al de Requeni.


Regreso a los clásicos
ANTONIO REQUENI

  Toda antología -dijo María Elena Walsh- es una "antojolía". Los antólogos eligen autores y obras según criterios o gustos que no siempre hallan consenso.
  Esta "antojolía" representa el regreso a poetas clásicos argentinos, por su adhesión a cánones estéticos y transparencia expresiva. No por antiguos sino por permanentes. La obra privilegia la poesía lírica por sobre la filosófica o metafísica. Si bien desde Heráclito a Eliot lo poético y filosófico siempre se acompañaron, el rasgo más visible de la lírica es la emoción, a través del lenguaje creativo, revelador. Oscar Wilde preguntaba: "¿Los enamorados dicen palabras de amor porque están enamorados o están enamorados porque dicen palabras de amor?”
  La poesía, como la belleza, no evoluciona, resplandece en la eternidad; lo que evoluciona o se renueva son las formas para alcanzarla. Todos los caminos son válidos pero la desintegración de las formas principal característica del arte contemporáneo hizo que el clima poético se enrareciera, se diluyera su tradicional estado de gracia y afectuosidad. Para muchos poetas lo que define el valor de un poema es la transgresión, la irreverencia y un rechazo a la expresión de sentimientos, como si fuera debilidad, blandura de espíritu.
  No condeno la poesía de difícil acceso cuando nace de una necesidad auténtica. El poeta tiene derecho a la búsqueda y experimentación. No es el caso de proponer una retórica pasatista; sería absurdo pretender que un poeta escriba hoy como hace 100 ó 200 años; aunque utilice formas heredadas, el poeta, si lo es de verdad, reflejará el espíritu de su época. Bienvenidos los innovadores siempre que no crean que con ellos todo empieza. La cultura es continuidad o no es nada.
  Cuando Arturo Prins me propuso realizar esta selección acepté con alegría. Significaba una responsabilidad, un homenaje a poetas cuyos versos tuvieron que ver con mi destino. En ellos encontré, durante mi lejana adolescencia, la justificación del amor por las palabras, por la sensualidad y la magia del lenguaje poético. Borges, citable siempre, recordó que a los 10 años oyó a Evaristo Carriego, en la sobremesa familiar, recitar una poesía de Almafuerte, y los versos dichos por aquel visitante de la calle Serrano le hicieron experimentar una revelación. El niño descubrió que las palabras, que servían para comunicarse, podían ser "pasión y música". Hermosa definición de la poesía. A ella quisiera agregar la del poeta norteamericano Wallace Stevens: "La poesía es la felicidad del lenguaje".
  Los 25 poetas de este libro, cada uno en su estilo, manifiestan sentimientos gozos y melancolías de la aventura humana–; invención de imágenes y metáforas; fluencia armoniosa de palabras, en estrictos sonetos, en cadenciosos romances o en el ritmo interno de versos libres. Sus composiciones no se limitan a ser un encadenamiento de reflexiones, visiones oníricas o protestas sociales. Si abordan o rozan esas instancias, quedan superadas por su fulgor verbal, por el dichoso e inexplicable misterio que llamamos poesía.
  Mi aspiración al ordenar esta antología fue que los lectores sientan, como quería Borges, la gozosa presencia de la belleza, de una iluminación reveladora.


Palabras de Arturo Prins,
director ejecutivo de la Fundación SALES

  Agradecemos, en nombre de la Fundación SALES, a la Academia Argentina de Letras por acompañarnos en la presentación de la segunda antología de poetas argentinos contemporáneos.

  Cuando editamos la primera antología, Pablo Anadón la comentó en el suplemento literario de La Gaceta de Tucumán. El decía que la obra abarcó un amplio arco generacional, que iba desde la vanguardia surgida en los años 20 (Girondo, Molinari) hasta la aparecida hacia mediados de los años 70 (Etchecopar). Había también autores de la llamada generación del 40 (Girri, Orozco, Uribe), aunque la mayor parte estaba conformada por poetas que integraron la tendencia neo-vanguardista de los años 50 y 60.

  En toda antología cabe preguntarse cuál es el criterio de selección. Para Anadón, Osvaldo Svanascini, compilador de la primera antología, no tuvo en cuenta la contemporaneidad en su criterio de selección. Svanascini partió de Oliverio Girondo, pero no incluyó a Baldomero Fernández Moreno ni a Enrique Banchs, Ezequiel Martínez Estrada o José Pedroni, a pesar de ser todos de la misma generación de Girondo.

  Svanascini eligió una contemporaneidad cualitativa, no cronológica. ¿En qué consistió esa cualidad? Girondo – concluye en su crítica Anadón – fue el gran patrocinador de las vanguardias en la Argentina y nunca renegó de su vanguardismo, como sí lo hicieron Borges, Bernárdez, Marechal y otros, que no figuran en la antología de Svanascini. Sí están en la de Antonio Requeni que hoy presentamos.
  

2

  De allí que esta segunda antología incluya a poetas clásicos y neoclásicos, o sea que expresan la poesía tradicional. Esto no quiere decir que Svanascini haya elegido a sus autores por ser más valiosos poéticamente, sino que su propósito fue mostrarnos la poesía que él vincula con la vanguardia.

  Estos dos primeros tomos de poesía de vanguardia y de poesía tradicional, incluye cada uno a 25 autores. Próximamente editaremos otros dos tomos, para mostrar así a 50 poetas de cada estilo. También dedicaremos dos tomos a la poesía del interior, con 50 autores que seleccionará Santiago Sylvester. La colección se completará, entonces, con 150 poetas argentinos contemporáneos, en 6 tomos.

  Quisiera recordar aquí a nuestro gran amigo y poeta, Jorge Andrés Paita, recientemente fallecido. Con él me unía una gran amistad, desde los años que trabajábamos en La Prensa. Él fue el inspirador de esta obra, cuando nos presentó a Svanascini y con ellos comenzamos la serie de poesía, que deseamos completar con antologías de cuentos y de ensayos. Con Svanascini, miembro de la Academia de Bellas Artes, estuve el sábado pasado cuando festejaba su cumpleaños 92. Por razones de salud no pudo estar hoy con nosotros y por eso no quería dejar de referirme a él y agradecerle su valioso trabajo.

  Igual agradecimiento queremos expresarle a Antonio Requeni, a quien también conocí en La Prensa. Además de poeta y notable crítico es narrador de cuentos para niños. Su preferencia por una determinada poética, no lo condiciona para reconocer las excelencias de otras. Éste, a mi juicio, es un valor importante en él.

  Querría, finalmente, decir dos palabras sobre la Fundación SALES que dirijo, que en noviembre pasado cumplió 36 años. Durante 12 años, desde 1976, editamos la revista Papiro, antecedente de Ediciones Papiro, creada para la publicación de estos libros sin fines de lucro: la venta de cada antología genera un fondo para la edición del tomo siguiente.


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  Pero un propósito central de la Fundación SALES es el apoyo a la ciencia. Así logramos los recursos necesarios para los trabajos científicos del Premio Nobel de Química, Luis Federico Leloir, precisamente miembro de la Academia Argentina de Letras hasta su muerte. La Fundación SALES sostiene, desde hace 25 años, investigaciones del cáncer que realizan discípulos de Leloir y de su maestro, el Premio Nobel Bernardo Houssay, que también ocupó el asiento científico en esta Academia.
  Por eso quisiera cerrar estas palabras, con una referencia a las “dos culturas” del recordado libro de Snow. El escritor inglés se quejaba de la falta de comunicación entre estas culturas. A Hilario Fernández Long, que fuera rector de la Universidad de Buenos Aires, le gustaba expresar estas dos culturas en términos de Pascal: el “espíritu de geometría” y el “espíritu de fineza”. Decía Fernández Long que ambos espíritus podían y solían convivir en una misma persona. Yo diría que en la Fundación SALES, como en esta Academia, conviven muy bien ambas culturas.
  Muchas gracias por la estimulante presencia de todos ustedes.




Poesía renovadora: Aguirre, Alonso, Azcona, Cranwell, Bajarlía, Bayley, Blasetti, Ceselli, Etchecopar, Girondo, Girri, Godino, Juarroz, Llinás, Madariaga, Molina, Molinari, Orozco, Ortiz, Paita, Pellegrini, Pizarnik, Svanascini, Trejo, Uribe, Vanasco.
Poesía tradicional: Banchs, Barbieri, Bernárdez, Borges, Calvetti, Castilla, Estrella Gutiérrez, Fernández Moreno, Franco, González Carbalho, González Lanuza, González Tuñón, Ledesma, López Merino, Lugones, Marechal, Martínez Estrada, Mastronardi, Nalé Roxlo, Pedroni, Rega Molina, Storni, Villordo, Vocos Lescano, Armani.